La noche no llega

Vickie Allauca

4/14/20231 min read

El suelo tiembla con cada pisada.
Es un ciclo que no me permite terminar una oración.
Los verbos vuelan por mi cabeza

como estrellas formando una constelación.

Interferencia, cada que alguien se acerca.
Sonrío, lo intento.
No me cuesta ser amable con ellos,
pero la voz se agota y el dolor provoca.

No puedo mantenerme de pie en esta media luna que me encierra.

Recuerda porqué haces esto.
¿Por qué esperas? ¿por qué presionas?
¿por qué te esfuerzas? ¿por qué aguantas?

Sigo con el adjetivo atorado en la garganta.
Lo sé. Dos meses rimaba con poco.
Van cuatro días y aquí estoy,
escondiendo mis quejas entre estas páginas.

El reloj no avanza.
El día se alarga y yo solo quiero llegar a casa.
El descanso se volvió minúsculo,
a tal escala que es propio usar el diminutivo.

Durante horas mis dedos presionan números
y las letras están celosas.
Faltan cinco minutos para acabar con la ilusión.

Dos meses parecen insignificantes, pero no lo son.
Son horas eternas, minutos que me alejan de ti, futuro.
O… ¿me están acercando?

Bueno, dejémoslo al adverbio de tiempo
y que lo diga el cansancio.

A veces escribo cartas...

y te cuento cosas que me emocionan. Si te gustaría recibirlas, suscríbete aquí: