No pedí vacaciones
Vickie Allauca
1/17/20231 min read
Entré a esa habitación sin esperar nada, ni siquiera lo había planeado. Sus ojos me inspeccionaron como si trataran de revelar mi excusa, pero esta vez no traía una.
Me senté sin pedir permiso, lista para iniciar una conversación que no sabía que tenía pendiente. Tomó asiento al frente mío y mi boca comenzó a detallar mil razones que parecían suficientes. Ella se levantó, me abrazó y me deseó suerte, al igual que el resto.
Caminé decidida… al menos eso creía.
Quería ocultar mi felicidad, y poco después me di cuenta que la felicidad era la que estaba ocultando mi miedo. Horas de sueño recuperadas, desayunos en casa y eternos minutos. Los había recuperado, pero no había pedido vacaciones.
El trabajo difícil apenas comenzaba, ese que no tiene horario ni futuro asegurado. Ese que a diario toma tiempo y da pocos resultados. Ese que parece broma y hasta imaginario.
Mi vida cambió en cuestión de días, pero se sintieron segundos. Y ahora me toca tratar de descifrarla. Los planes, los sueños, las metas… ahora en papel amenazan con ser ciertas.
Ha pasado casi una semana de repetidos intentos fallidos, de constantes decepciones y estruendosos temores. Y aunque mi vida comienza todos los días, catorce han bastado para sentirme en la cima… del barranco.
No me equivoqué, eso quiero creer. Cada mañana comenzará otro día que no desaprovecharé.
Un día a la vez, eso es lo único que me trae lucidez.

A veces escribo cartas...
y te cuento cosas que me emocionan. Si te gustaría recibirlas, suscríbete aquí: