
Vidas de extraños III - LUCES
Una serie inspirada en las miles de historias que coexisten en un tiempo estático.
Vickie Allauca
9/19/20222 min read


Verde, amarillo y rojo, la calle está estática. Se aprecia un poco más de naranja y rojo, pero nunca blanco, al menos no desde atrás. Son como una advertencia: ¡Peligro!
Son señales avisándote que deberías parar. Deberías dejar que el miedo te controle, o mejor dicho… ¿que la prudencia te guíe?
Luces que llevan a la tristeza, a una sin esperanza.
Como aquella minivan blanca, que no avanza. No tiene apuro porque no tiene un lugar a donde llegar. Al menos no uno que le espere con los brazos abiertos. El motor es la tristeza, la rutina, el quebranto. Y las lágrimas la gasolina.
O ese nuevo MG, tan brillante, como recién salido del concesionario... pero tan vacío por dentro. “¿Y ahora qué?”, se pregunta Luis.
También está ese Mercedes con las ventanas oscuras, ideales para ocultar los lamentos de aquel padre que acaba de quedarse solo.
Ulises se sentía incapaz de seguir pisando el acelerador, ¿hacia dónde si ya no la tenía a ella?
El frío estremece a Carol, quien se protege bajo el impermeable amarillo. Aunque en realidad no le importaba mojarse, no después del día que tuvo. "Siempre es lo mismo contigo", repite esa voz en su cabeza.
¿Podría la velocidad de su motocicleta reemplazar la culpa por adrenalina?
¿Podría la adrenalina ser suficiente?
Esteban sube al máximo el volumen de la radio. Veo como agarra los lados de su cabeza con desesperación. No es lo suficientemente alto para callar el tormento del futuro; ese futuro tan incierto por el que quiebra su espalda a diario y que, con cada día que pasa, simplemente se aleja.
Los retornos son agobiantes para la mayor parte de personas atascadas en este tráfico. Pero no para Sol. Sus manos se relajan en el volante y se decide a despejar su mente.
Respira, un…dos…tres, y repite.
Para Sol solo existe ese momento, en el que siente las vibraciones del sonido en su piel y observa cómo las estrellas montan un espectáculo. Le gusta creer que son sólo para ella, aquellas luces que parpadean frente a sus ojos, mientras piensa:
“¿Qué estará sucediendo en el auto de al lado?”







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