Vidas de extraños I - SARDINAS

Han pasado un par de años desde la última vez que me encontré entre varias historias...y fue un poco abrumador.

Mientras la voz entrecortada anunciaba por las bocinas la siguiente parada, Rosa (la contadora) no podía dejar de pensar en la reunión que tenía con el gerente apenas llegase a la oficina. ¿Cómo iba a dar cuentas de aquellas fraudulentas facturas que declaró hace meses? Muy probablemente no vuelva a tomar la misma ruta después de este día.

Carlos, el albañil freelancer, repetía cuan molesto estaba por las innumerables quejas de su última cliente respecto al diseño equivocado de las baldosas que había incrustado en su cocina. Sería, sin duda, una insufrible jornada.

Luisa, otra universitaria, mantenía el ceño fruncido mientras maquinaba la mejor estrategia para abrirse paso entre la muchedumbre.

Evelyn resguardaba a su hija en la pequeña esquina que había a un lado de las puertas automáticas. No se podía creer que llegarían tarde a la escuela por tercera vez en la misma semana.

Diego, un vendedor de seguros, contenía sus lágrimas después de haber leído el peor mensaje que alguien puede recibir:

"No lo ha logrado hermano. Murió esta mañana."

El chofer anunció mi parada. Logré escabullirme hasta la puerta empujando los cuerpos que se interponían en mi salida. Y... por primera vez en mucho tiempo, volví a abandonar aquellas historias.

A veces escribo cartas...

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