Vendiendo el tiempo por migajas
Vickie Allauca
3/25/20231 min read
Me cuesta respirar mientras concentro la tensión en el entrecejo.
Con los labios apretados, tratando de mantener las lágrimas dentro.
Intento maniobrar el volante, pero el motor está dañado.
Los frenos no sirven, esta locura no se detiene.
Es demasiado.
“El fin está cerca” solían clamar.
Ahora entiendo que cada persona tiene un fin diferente,
que cada familia espera su propio apocalipsis.
No tengo ni la más mínima idea de lo que estoy haciendo.
Al menos no sé si es lo correcto.
Quiero ahogar esta asfixia en lo profundo de un vaso,
y al mismo tiempo, solo quiero cerrar mis ojos y desaparecer un rato.
Los días se acortan, las manillas del reloj resuenan.
Y la línea de llegada no estaba en el contrato.
Los obstáculos no perdonan.
La ansiedad se acomoda.
El miedo regresa.
Y la esperanza me abandona.
¿Por qué nos tocó esta carrera?
¿Por qué iniciamos en el kilómetro cinco
y en lugar de avanzar retrocedimos?
No tengo la más mínima idea de lo que estoy haciendo.
Al menos no sé si es un delirio.
Y con esto no digo que dejaré de intentarlo, pero por favor…
necesito un respiro.

A veces escribo cartas...
y te cuento cosas que me emocionan. Si te gustaría recibirlas, suscríbete aquí: